miércoles, 16 de noviembre de 2011

Gustabo Adolfo Becquer

LXXXII

Errante por el mundo fui gritando:
«La gloria ¿dónde está?»
Y una voz misteriosa contestóme:
«Más allá... más allá...»

En pos de ella perseguí el camino
que la voz me marcó;
halléla al fin, pero en aquel instante
el humo se truncó.

Mas el humo, formando denso velo,
se empezó a remontar
y penetrando en la azulada esfera
al cielo fue a parar.

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